viernes, abril 19

PABLO CAPILÉ, EL APÓSTOL DEL ACTIVISMO CULTURAL


Pablo, retratado por Daniel Cotillas                  
Cuando Pablo Capilé habla los minutos pueden amontonarse y amontonarse pero a nadie parece importarle. Y es que, cual si de un predicador se tratara, las reflexiones que surgen de los labios de este activista cultural brasileño invitan a soñar y creer que sí es posible construir un mundo mejor a partir del activismo ciudadano. Y sólo ese hecho ya es un motivo para celebrar en un mundo que está cargado de miedos e incertidumbres.

Capilé es una de las cabezas más visibles de Fora do Eixo (Fuera de Eje), el colectivo que impulsa desde el activismo cultural una transformación sin precedentes en Brasil. Fora do Eixo nació con el objetivo de romper con la hegemonía de la producción y difusión cultural que se concentraba en Río de Janeiro y Sao Paulo. Lo hicieron a través de festivales artísticos en aquellas regiones que históricamente se hallaban fuera del circuito de la producción cultural. Otrora “parias culturales”, ciudades como Belén, Porto Alegre y Salvador ahora son protagonistas e impulsores del “boom” cultural que vive Brasil.

Fora do Eixo tiene un ejército de 2.000 gestores distribuidos en 200 ciudades de las 27 provincias de Brasil. Su incidencia sobrepasa el concepto tradicional de gestión cultural: Fora do Eixo, junto al trabajo paralelo de otras organizaciones, han construido un movimiento social de las culturas con una incidencia directa en las políticas estatales del coloso brasileño. Desde África hasta América Latina, los actores culturales han posado sus ojos en el trabajo de Fora do Eixo para emular experiencias como la tarjeta Fora do Eixo, un sistema de trueque de servicios que ha permitido a pequeños colectivos artísticos “vivir” de su arte y talento.
Invitado a “Reactiv#s. Los Nuevos Rostros de Cambio de Latinoamérica”, que se desarrolla en La Paz, Capilé compartió los nuevos paradigmas culturales, sociales y políticos que se están gestando desde su país.

Brasil parece estar viviendo una explosión de producciones culturales. ¿A qué se debe este fenómeno?
Brasil es un país que viene desarrollando iniciativas con la cultura desde muchos círculos. Pero fue desde la ascensión a la Presidencia de Lula Da Silva, en 2002, que se posibilitó que provincias que antes no tenían espacio en la discusión cultural comenzaran a sentirse protagonistas. Hubo una apertura del Estado a tener una discusión con el Brasil profundo. Surgieron conferencias municipales de cultura, conferencias federales de cultura y conferencias nacionales de cultura. De allí surgió un movimiento conjunto que logró que el Estado brinde importantes recursos económicos para cultura. Eso, sumado a la posibilidad de un acceso más democrático de internet, ha propiciado este proceso que estamos viviendo.

¿Qué se ha logrado para cultura?
Desde el Estado se consiguió crear un ambiente favorable para que la sociedad civil cree políticas innovadoras. Se propició la descentralización de recursos para lugares donde antes no se tenía previsto recursos. Está el empoderamiento de figuras culturales para que asuman un papel protagónico en cargos públicos y una emancipación de los colectivos culturales nacidos de la sociedad civil. Hay una valoración importante desde el Estado a la producción cultural, que cuenta con un sistema nacional de cultura. Importante también en este proceso ha sido la búsqueda de interrelación de cultura con ciencia y tecnología, con educación, con deportes y con turismo.

Los colectivos culturales se han convertido en un movimiento social con incidencia clara en las políticas públicas. ¿Cómo se ha logrado esto?
Es un fenómeno reciente. Fora do Eixo fue uno de los principales movimientos que asumieron esa línea como una pauta fundamental. Pero esto es el resultado de un proceso de más de 20 años atrás. Durante los gobiernos militares los movimientos culturales fueron fundamentales en esta lucha que hoy tiene frutos concretos. Allí estaba Caetano Veloso con Tropicalia, entre otros, y nosotros somos hijos de esas gestiones. Un Estado abierto y participativo sumado a internet permitió que entendiésemos la cultura en su sentido antropológico. Es decir que más que pensarnos solamente como lenguajes artísticos, nos pensamos dentro de las disputas de nuevas narrativas sociales. Ahora el movimiento cultural tiene incidencia en las políticas públicas. Y eso es fuerte porque demuestra que estamos bien organizados. Conseguimos estar en el espacio-tiempo de nuestra generación lo que nos ha permitido crear una plataforma que está en el mismo lugar de los sueños y deseos de esta generación. Entonces todas las acciones que desarrollamos tienen un alto impacto en nuestra generación y tiene un apoyo muy fuerte de la juventud. Y un movimiento organizado con apoyo de la juventud tiene incidencia en cualquier cosa.

¿Qué nuevas narrativas se deben debatir?
Es fundamental impulsar debates de nuevas narrativas que sobrepasen las lógicas estructurales de la disputa de clases. Ya no podemos centrarnos en la disputa dicotómica de la izquierda o la derecha; del capitalismo o el socialismo; del partido o el movimiento social. Ya no es tiempo para eso. Es hora de crear una narrativa donde todas esas cosas estén unidas y pensar, por ejemplo, cómo fundir los anhelos de los artistas con la de los políticos, de los campesinos con los de las empresas. Cómo hacemos que todos ellos se sienten en una sola mesa sin importar el lado que ocupen en la mesa. Es tiempo de pensar en impulsar los deseos de la juventud. La juventud no quiere partidos, quiere redes colaborativas.
América Latina ya no es esa combativa y guerrillera, ya no es la derrotista. Desde América Latina se está construyendo la mejor propuesta solidaria del nuevo mundo posible, es la que tiene los mejores artistas, las mejores propuestas de políticas públicas. Es hora de pensar en una América Latina dispuesta a dialogar con todos, que tiene una cultura de paz, que es dónde más prácticas anti-neoliberales están sucediendo. Ya desterremos esas lógicas de tomar las armas para una revolución armada en contra de las estructuras del capitalismo. Vamos a jugar con el capitalismo. La única forma de tenemos hoy de tener algunas victorias es jugando con el capitalismo, buscar maneras de transmitir de que ya no puede existir como única forma de vida y que se puede trabajar paralelamente. Debemos usar sus herramientas en nuestro favor y no quedarnos solos en guetos. Hay que romper con esa lógica narrativa de muchos seguidores de la izquierda clásica que dice que las personas deben perder para continuar luchando. La nueva narrativa debe ser la de ganador. Yo no quiero tener más el discurso del oprimido, no quiero colocar la culpa a un opresor para justificar mi posición de oprimido. No, vamos para la cima; vamos a hackear todas las herramientas del capitalismo para usarlas en nuestro favor.

¿No es una mirada demasiado optimista ente la realidad del desarrollo latinoamericano?
No existe un motivo para ser un activista pesimista. La lucha por un nuevo mundo posible se centra en la capacidad de poder potenciar las herramientas que tenemos en nuestras manos. Si no llegamos a potenciar a las personas y la creencia de que el ser humano es bueno y que quiere la solidaridad, mejor será dedicarse a ser un funcionario público, montar una empresa o dedicarte a lamentaciones para siempre.
Sí, mucha gente está pasando hambre. En mi país 6 millones de personas viven debajo de la línea de la pobreza. Es uno de los países con mayor diferencia social de América Latina, pero los jóvenes no nos estamos sentando en nuestros sillones a criticar, estamos trabajando para cambiar nuestras realidades desde nuestras singularidades. Allí está el ejemplo de Lula que negoció con las corporaciones, no era “el” presidente socialista. Lo que pasa es que Lula entendió que es necesaria una mediación entre el viejo mundo y el nuevo mundo. Entonces, si no entendemos que existe una disputa narrativa por potenciar, estaremos eternamente perdiendo y reclamando a quien ganó. Bolivia tiene un gran potencial discursivo con mucho capital humano. No pueden perder ante el miedo y la desconfianza. Tomen como ejemplo lo que se han conseguido el movimiento cultural en Brasil.
La fuerza que el movimiento adquirió ha permitido que los ministros se den cuenta que es más interesante para las autoridades participar de procesos participativos que mantener esa lógica de reuniones cerradas de gabinete. La primera reunión con la cabeza del Ministerio de Cultura tuvo la participación de unas 300 personas de 80 movimientos diferentes. Ahora tenemos reuniones periódicas para definir temas de políticas públicas.

¿Es posible que un movimiento de estas dimensiones sea apartidista?
El sistema partidista está agonizante, se halla en un proceso de fallecimiento. Presenciamos los últimos momentos de su vida. En este momento el viejo mundo y el nuevo mundo están encontrándose en el mismo lugar. Y cuando estos dos mundos se encuentran en el mismo lugar están obligados a dialogar. Yo no visualizo una juventud que participe en los partidos políticos bajo los repertorios que aún mantienen éstos hoy. Los partidos, ante la fuerza que generan estos nuevos movimientos, deben resignificarse y reinventarse. Sólo esa reinvención hará que la juventud vuelva a ser atraída en espacios de decisión representativas como lo son los partidos. Creo que la juventud se hartó de los partidos y su discurso.

¿Cuál es el reto de Fora do Eixo a futuro?
Nunca nos planteamos metas específicas. El movimiento ambientalista tiene sus metas, el movimiento anti-homofófico tiene sus metas, los movimientos de la educación tiene sus metas… Nosotros somos un software que potencializa las metas de los movimientos. Nuestra principal meta es conseguir desarrollar aplicaciones que fortalezcan a los movimientos que tienen metas. Ya hay demasiadas metas en el mundo por ser alcanzadas. Lo que precisamos es dar condiciones para que esas metas sean alcanzadas.

¿Eso es Fora do Eixo?
Eso es Fora do Eixo, un software libre que desarrolla una serie de aplicaciones para que los movimientos puedan tener más estructuras para lograr sus metas. Indígenas, campesinos trabajadores de la educación, artistas, periodistas… Creamos estructuras para que se conecten más y herramientas para que se sientan más fuertes. Actualmente más de 3.000 personas se conectan con nuestra red ya utilizando nuestra moneda, participando de uno de nuestros festivales, debates o transmisiones en vivo o ya frecuentan las casas Fora do Eixo.

¿Es un gran potencial social y político?
Siempre asumimos la postura de asumir riesgos. Estamos siempre en el límite en nuestras relaciones con el Estado, con las corporaciones y con los artistas. Y es que aquí la idea es perder el control por completo. No pensamos que tenemos que controlar las cosas. Estamos desarrollando soluciones que combaten la inmovilidad. No importa lo que quieras hacer con nuestras herramientas, lo importante es que hagas algo, que te levantes de tu sofá, pares de reclamar y salgas a las calles a construir sociedad.

¿Cuánto invierte el Estado brasileño en cultura?
Lo importante es que no sólo el Ministerio de Cultura es el que invierte en Cultura. Desde distintas instancias estatales ahora se invierten recursos. Actualmente, en Brasil se debe invertir unos 40 millones de dólares por año.
La suma de un Estado participativo que descentraliza sus recursos más las herramientas que brinda internet permite que se puedan hacer cosas explosivas. El apoyo del Gobierno a los movimientos culturales no es un favor. Los recursos del país son nuestros también. El Estado no es una entidad, es una red al servicio del común. Entonces no tenemos ningún problema en hackear los recursos del Estado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

TODO MENTIRA!
Este apóstol del activismo cultural es una farsa.
Empezando por la falta de transparencia con los recursos públicos recibidos, sigue una lista de denuncias al Fora do Eixo interminables.
Entre ellas están la usurpación del trabajo de artistas, retención de remuneración, utilización de mano de obra no remunerada, fraude, y cada semana surgen más y más denuncias. Están todas estampadas en los principales medios de Brasil.
Lamento que como yo, usted también haya sido engañado por este puerco populista.
Saludos.